El dólar estadounidense siempre se ha tenido como referencia como una moneda sólida, y una que es casi de carácter internacional, ya que se maneja en cualquier tipo de transacciones financieras a nivel internacional, lo que significa que la caída su valor podría tener un gran impacto en la economía mundial.
Efectos de su caída
La caída del dólar, presagia una fragmentación gradual y enorme en el orden económico internacional.
Desde el mes de marzo, ha caído a nivel mundial, lo que ha dado lugar a dos narrativas distintas. En primer lugar se habla de sus efectos a corto plazo, y se centra en cómo una depreciación podría beneficiar a la economía y los mercados estadounidenses.
Y el segundo tiene una visión a largo plazo, preocupándose por la frágil situación del dólar como moneda de reserva mundial. Ambas narrativas contienen algo de verdad, pero no lo suficiente para justificar el consenso emergente en torno a ellas.
Debido a la adopción del gobierno estadounidense de políticas de introspección y medidas de sanción, las inversiones en el país han perdido parte de su atractivo, incluidas las compras de viviendas por parte de extranjeros, ha habido un cambio en las posiciones a favor de los mercados emergentes y Europa (donde la Unión Europea acordó el mes pasado buscar una integración fiscal más profunda).
Algunos países, en particular del mundo en desarrollo, han acogido con satisfacción la reversión, porque la debilidad de su moneda anterior había contribuido a aumentar los precios de importación, incluidos los alimentos. Además, un dólar más débil les brinda un mayor margen para apoyar las actividades económicas internas a través de medidas fiscales y monetarias más estimulantes.
Pero la reacción ha sido menos acogedora en las otras economías avanzadas. Japón y los estados miembros de la eurozona, en particular, temen que la apreciación de la moneda pueda amenazar su propia recuperación económica del impacto de Covid-19. Además, se preocupan de que no solo estén llegando al límite de la efectividad de sus políticas, sino que también podrían estar poniendo sus economías en mayor riesgo de daños colaterales y consecuencias no deseadas.
Como afecta esta caída a los Estados Unidos
En Estados Unidos, mientras tanto, la depreciación del dólar ha sido bien recibida como un desarrollo abrumadoramente positivo para la economía, al menos a corto plazo, tan bien recibida como recibirías al cerrajero cuando te has dejado las llaves dentro del coche.
Los libros de texto económicos nos dicen que un dólar debilitado aumenta la competitividad internacional y nacional de los productores estadounidenses en relación con los competidores extranjeros.
Todo eso también es bueno para los mercados de valores y bonos corporativos estadounidenses, que se benefician aún más del mayor atractivo de los valores denominados en dólares cuando se cotizan en una moneda extranjera.
Sin embargo, a largo plazo, esta depreciación puede erosionar el estatus global de la moneda, que ya se ha visto debilitado por las políticas estadounidenses de los últimos tres años, desde el proteccionismo y las sanciones armadas hasta eludir los estándares globales y el estado de derecho.
Cuanto más se erosiona la credibilidad del dólar, más se arriesga Estados Unidos a perder el «privilegio exorbitante» que conlleva la emisión de la principal moneda de reserva del mundo.